viernes, 25 de septiembre de 2009

Los testigos

Cuando le conté a Polanco que en mi casa había visto una mosca que volaba de espaldas, siguió uno de esos silencios que parecen agujeros en el gran queso del aire. Claro que Polanco es un amigo, y acabó por preguntarme cortésmente si estaba seguro. Como no soy suceptible le expliqué en detalle que había descubierto la mosca en la página 233 de Oliver Twist, es decir que yo estaba en mi pieza leyendo Oliver Twist, con puertas y ventanas cerradas, y que al levantar la vista justamente en el momento que el maligno Sykes iba a matar a la pobre Nancy, vi tres moscas que volaban cerca del cielo raso, y una de las moscas volaba patas para arriba. Lo que entonces dijo Polanco es totalmente idiota, pero no vale la pena transcribirlo sin explicar antes como pasaron las cosas.

Al principio a mí no me parecio tan raro que una mosca volara patas para arriba si le daba la gana, porque aunque jamás habia visto semejante comportamiento, la ciencia enseña que eso no es una razón para rechazar los datos de los sentidos frente a cualquier novedad. Se me ocurrió que a lo mejor el pobre animalito era tonto o tenía lesionados los centros de orientación y estabilidad, pero poco me bastó para darme cuenta que esa mosca era tan vivaracha y alegre como sus dos compañeras que volaban con gran ortodoxia patas abajo. Sencillamente esta mosca volaba de espaldas, lo que entre otras cosas le permitía posarse cómoda en el cielo raso; de tanto en tanto se acercaba y se adhería a él sin el menor esfuerzo. Como todo tiene su compensación, cada vez que se le antojaba descansar sobre mi caja de habanos se veía precisada a rizar el rizo, como tan bien traducen en Barcelona los textos ingles de aviación, mientras sus dos compañeras se posaban como reinas sobre la etiqueta "Made in Havana" donde Romeo abraza enérgicamente a Julieta. Apenas se cansaba de Shakespeare, la mosca despegaba de espaldas y revoloteaba en compañía de las otras dos formandos esos dibujos insensatos que Pauwles y Bergier se obstinan en llamar brownianos. La cosa era extraña, pero a la vez tenía un aire curiosamente natural, como si no pudiera ser de otra manera; abandonando a la pobre Nancy en manos de Sykes (¿qué se puede hacer contra un crimen cometido hace un siglo?), me trepé al sillón y traté de estudiar más de cerca un comportamiento en el que rivalizaban lo supino y lo insólito. Cuando la señora Fotheringham vino a avisarme que la cena estaba servida (vivo en una pensión), le contesté sin abrir la puerta que bajaría en dos minutos y, de paso, ya que la tenía orientada en el tema temporal, le pregunté cuánto vivía una mosca. La señora Fotheringham, que conoce a sus huéspedes, me contestó sin la menor sorpresa que entre diez y quince días, y que no dejara enfriar el pastel de conejo. Me bastó la primera de las dos noticias para decidirme - esas decisiones son como el salto de la pantera - a investigar y a comunicar al mundo de la ciencia mi diminuto aunque alarmante descubrimiento.

Tal como se lo conté después a Polanco, ví enseguida las dificultades prácticas. Vuele boca abajo o de espaldas, una mosca se escapa de cualquier parte con probada soltura; aprisionarla en un bocal e incluso en una caja de vidrio puede perturbar su comportamiento o acelerar su muerte. De los diez o quince días de vida, ¿cuántos le quedaban a este animalito que ahora flotaba patas para arriba en un estado de gran placidez, a treinta centímetros de mi cara? Comprendí que si avisaba al Museo de Historia Natural, mandarían a algún gallego armado de una red que acabaría en un plaf con mi increíble hallazgo. Si la filmaba (Polanco hace cine, aunque con mujeres), corría el doble riesgo de que los reflectores estropeasen el ritmo de vuelo de mi mosca, devolviéndolo en una de esas a la normalidad con enorme desencanto de Polanco, de mí mismo y hasta probablemente de la mosca, aparte de que los espectadores futuros nos acusarían sin duda de un innoble truco fotográfico. En menos de media hora (había que pensar que la vida de la mosca corría con una aceleración enorme si se la comparaba con la mía) decidí que la única solución era ir reduciendo poco a poco las dimensiones de mi habitación hasta que la mosca y yo quedáramos incluidos en un mínimo de espacio, condición científica imprescindible para que mis observaciones fueses de una precisión intachable (llevaría un diario, tomaría fotos, etc) y me permitieran preparar la comunicación correspondiente, no sin antes llamar a Polanco para que testimoniara tranquilizadoramente no tanto sobre el vuelo de la mosca como acerca de mi estado mental.

Abreviaré la descripción de los infinitos trabajos que siguieron, de la lucha contra el reloj y la señora Fotheringham. Resuelto el problema de entrar y salir siempre que la mosca estuviera lejos de la puerta (una de las otras dos se había escapado la primera vez, lo cual era una suerte; a la otra la aplasté implacablemente contra un cenicero), empecé a acarrear los materiales necesarios para la reducción del espacio, no sin antes explicarle a la señora Fotheringham que se trataba de modificaciones transitorias, y alcanzarle por la puerta apenas entornada sus ovejas de porcelana, el retrato de Lady Hamilton y la mayoría de los muebles, esto último con el riesgo terrible de tener que abrir de par en par la puerta mientras la mosca dormía en el cielo raso o se lavaba la cara sobre mi escritorio. Durante la primera parte de estas actividades me ví forzado a observar con mayor atención a la señora Fotheringham que a la mosca, pues veía en ella una creciente tendencia a llamar a la policía, con la que desde luego no hubiese podido entenderme por un resquicio de la puerta. Lo que más inquieto a la señora Fotheringham fue el ingreso de las enormes planchas de cartón prensado, pues naturalmente no podía comprender su objeto y yo no me hubiera arriesgado a confiarle la verdad, pues la conocía lo bastante como para saber que la manera de volar de las moscas la tenia majestuosamente sin cuidado: me limité a asegurarle que estaba empeñado en unas proyecciones arquitectónicas vagamente vinculadas con las ideas de Palladio sobre la perspectiva en los teatros elípticos, concepto que recibió con la misma expresión de una tortuga en circunstancias parecidas. Prometí además indemnizarla por cualquier daño, y unas horas después ya tenía instaladas las planchas a dos metros de las paredes y del cielo raso, gracias a múltiples prodigios de ingenio, scotch-tape y ganchitos. La mosca no me pareció descontenta ni alarmada; seguía volando patas arriba, y ya llevaba consumida buena parte del terrón de azúcar y del dedalito de agua amorosamente colocado por mi en el lugar más cómodo. No debo olvidarme de señalar (todo era prolijamente anotando en mi diario) que Polanco no estaba en su casa, y que una señora de acento panameño atendía el teléfono para manifestarme su profunda ignorancia del paradero de mi amigo. Solitario y retraido como vivo, sólo en Polanco podía confiar; a la espera de su reaparición decidí continuar el estrechamiento del "hábitat" de la mosca a fin de que la experiencia se cumpliera en condiciones óptimas. Tuve la suerte de que la segunda tanda de planchas de cartón fuera mucho más pequeña que la anterior, como puede imaginarlo todo propietario de una muñeca rusa, y que la señora Fotheringham me viera acarrearla e introducirla en mi aposento sin tomar otras medidas que llevarse una mano a la boca mientras que con la otra elevaba por el aire un plumero tornasolado.


Preví, con el temor consiguiente, que el ciclo vital de mi mosca se estuviera acercando a su fin; aunque no ignoro que el subjetivismo vicia las experiencias, me pareció advertir que se quedaba más tiempo descansando o lavándose la cara, como si el vuelo la fatigara o la aburriera. La estimulaba levemente con un vaivén de la mano, para cerciorarme de sus reflejos, y la verdad era que el animalito salía como una flecha patas arriba, sobrevolaba el espacio cúbico cada vez más reducido, siempre de espaldas, y a ratos se acercaba a la plancha que hacía de cielo raso y se adhería con una negligente perfección, que le faltaba, me duele decirlo, cuando aterrizaba sobre el azúcar o mi nariz. Polanco no estaba en su casa.


Al tercer día, mortalmente aterrado ante la idea de que la mosca podía llegar a su término en cualquier momento (era irrisorio pensar que me la encontraría de espaldas en el suelo, inmóvil para siempre e idéntica a todas las otras moscas), traje la última serie de planchas, que redujeron el espacio de observación a un punto tal que me era imposible seguir de pie y tuve que fabricarme un ángulo de observación al ras del suelo con ayuda de dos almohadones y una colchoneta que la señora Fotheringham me alcanzó llorando. A esta altura de mis trabajos el problema era entrar y salir; cada vez había que apartar y reponer con mucho cuidado tres plantas sucesivas, cuidando de no dejar el menor resquicio, hasta llegar a la puerta de mi pieza, tras de la cual tendían a amontonarse algunos pensionistas. Por eso, cuando escuché la voz de Polanco en el teléfono, solté un grito, que él y su otorrinolaringólogo calificarían más tarde severamente. Inicié entonces un balbuceo explicativo, que Polanco cortó, ofreciéndose a venir inmediatamente a casa, pero como los dos y la mosca no íbamos a caber en tan pequeño espacio, entendí que primero tenía que ponerlo en conocimiento de los hechos para que más tarde entrara como único observador y fuera testigo de que la mosca podía estar loca pero yo no. Lo cité en el café de la esquina de su casa, y ahí, entre dos cervezas, le conté.

Polanco encendió la pipa y me miró un rato. Evidentemente estaba impresionado, y hasta se me ocurre un poco pálido. Creo haber dicho ya que al comienzo me preguntó cortésmente si yo estaba seguro de lo que le decía. Debió convercerse, porque siguió fumando y meditando, sin ver que yo no quería perder tiempo (¿y si ya estaba muerta, y si ya estaba muerta?) y que pagaba las cervezas para decidirlo de una vez por todas.

Como no se decidía, me encolericé y aludí a su obligación moral de secundarme en algo que sólo sería creído cuando hubiera un testigo digno de fe. Se encogió de hombros, como si de pronto hubiera caído sobre él una abrumadora melancolía.

-Es inútil, pibe -me dijo al fin -. A vos a lo mejor te van a creer, aunque yo no te acompañe. En cambio a mi...

-¿A vos? ¿Y por qué no te van a creer a vos?

-Porque es todavía peor, hermano -murmuró Polanco-. Mirá no es norma ni decente que una mosca vuele de espaldas. No es ni siquiera lógico si vamos al caso.

-¡Te digo que vuela así! -grité, sobresaltando a varios parroquianos.

-Claro que vuela así. Pero en realidad esa mosca sigue volando como cualquier mosca, sólo que le tocó ser la excepción. Lo que ha dado media vuelta es todo el resto -dijo Polanco-. Ya te podés dar cuenta que nadie me lo va a creer, sencillamente porque no se puede demostrar y en cambio la mosca esta ahí bien clarita. De manera que mejor vamos y te ayudo a desarmar los cartones antes de que te echen de la pensión ¿No te parece?

Julio Córtazar

(de ¨Ultimo round", Tomo I, 1969)

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Escuchenlo, escuchenlo, escuchenlo...

...la aplanadora del rock and roll es Divididos la puta que lo pario!!!

La bellísima Angie público en algún momento este meme (¿Se dice meme?)

Responde astutamente estas preguntas. No puedes usar al artista que yo escogí. Trata de no repetir los títulos de las canciones. ¡Es mucho más difícil de lo que piensas! Publícalo de nuevo como "Mi vida según (nombre de la banda o del artista)".

Veamos que sale.

Mi vida según Divididos

¿Eres un hombre o una mujer?
Soy quien no ha de morir
Descríbete a tí mismo:
Haciendo cosas raras
¿Cómo te sientes?
Un alegre en este infierno
Si pudieras ir a cualquier lugar, ¿a dónde irías?
Jujuy (Tema nuevo)
Tu mejor amigo es:
Pepe Lui
¿Cómo está el clima?
Agua en Buenos Aires
¿Qué es la vida para tí?
Vida de topos
¿Tu miedo?
Huelga de amores
Pensamiento del día:
Ay que Dios boludo
El estado actual de tu alma:
Buscando un angel (Tema nuevo)
Como te gustaría morir?
Haciendo cola para nacer
Tu lema:
Aburridos Peligrosos. (Como veran es la canción que le da nombre a este blog)


Y como es una banda que me gusta mucho, el 17-09 (o sea mañana) me voy a verlos a La Trastienda.

viernes, 11 de septiembre de 2009

¿Cultura de lo nacional?

La problemática de los distintos espacios culturales de la ciudad de Buenos Aires:

1- Centro Cultural y Social Almagro: En el mismo lugar donde desde 2001 funcionó la Asamblea de Almagro (Medrano al 400), estudiantes, organizaciones sociales, vecinas y vecinos formaron el Centro Cultural con el objetivo de crear un espacio comunitario y colectivo que impulse actividades educativas y culturales. Entre otras actividades que se realizaban cabe destacar las charlas debates de interés general con sociólogos/as, psicólogos/as y economistas de la Universidad de Buenos Aires, y también los talleres de tango, historia, periodismo, danza folklórica, malabares, magia y teatro.
A las 22:00 horas, del martes 11 de agosto de 2009, se presentó en el Centro Cultural, el supuesto dueño para tapiar la entrada con el apoyo de la Policía Federal, y sin ninguna orden judicial. Durante toda la noche, mas de 50 efectivos policiales mantuvieron un cordón policial que no dejaba salir a las 30 personas que estaban dentro del Centro Cultural y tampoco dejaba que nadie ingresara al mismo. Recién a las 8:00 de la mañana del miércoles llegó la orden de desalojo (o algo similar), los integrantes que estaban dentro del Centro Cultural decidieron salir pacíficamente, ahí fue cuando empezó la represión brutal y la irrupción de infantería, deteniendo a los que iban saliendo.
Contactos almagrocentrocultural@gmail.com

2- Vecinos por el 25 de Mayo: Grupo de vecinos de Villa Urquiza que lograron la recuperación del cine teatro 25 de mayo, la promesa fue co-gestionarlo entre el gobierno porteño y los vecinos del barrio, pero no se cumplió.
Contactos vecinosxel25demayo@gmail.com

3- Centro Cultural del Sur: A fines de abril fue clausurado por el gobierno a causa de que el propio gobierno no realizó las reparaciones indispensables para mantenerlo funcionando. Se cerraron los talleres y se levantaron todos los espectáculos programados en su auditorio. Av. Caseros 1750.
Contacto: Barracas.folkdelsur@gmail.com

4- Cirko Trivenchi: centro cultural alternativo circense con orden de desalojo, Av. Caseros 1712, Barracas.

5-Movimiento Afrocultural Bonga: Centro cultural alternativo afro con orden de desalojo. El gobierno de la ciudad les daría el uso del CC Plaza Defensa, donde no podrían tener su vivienda ni llevar adelante los talleres que les permiten subsistir. Herrera 313, Barracas.

6- CC Plaza Defensa del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, sería cedido al Movimiento Afrocultural con lo cual quedarían en banda los trabajadores que vienen sosteniendo el espacio desde hace 10 años y se cancelaría la programación artística prevista hasta fin de año. Defensa 535, San Telmo.
Contactos defendemosplazadefensa@yahoo.com.ar

7- CC 20 Flores de la Asamblea de Flores: Acaban de recibir el primer aviso de desalojo. Avellaneda 2177.

8- El Sexto Kultural: Centro cultural alternativo con orden de desalojo que afecta también a la mutual sentimiento y otras organizaciones sociales y cooperativas de trabajo. Av. F. Lacroze 4181, Chacarita.
Contactos sexto_kultural@hotmail.com

9- IMPA La Fábrica Ciudad Cultural: Centro cultural alternativo, orden de desalojo de la justicia sobre la cooperativa de trabajadores que recupero la fábrica e implica el desalojo del centro cultural. Querandíes 4290, Almagro.

10- Casa de la Cultura Compadres del Horizonte: Clausura del salón en el que tocaban grupos musicales, con ese ingreso sostenían el merendero y las actividades sociales para los niñ@as del barrio. Combate de los Pozos 1983, Constitución.

11- Casa Zitarrosa: Centro cultural uruguayo-argentino liderado por Cristina Zitarrosa, hermana de Alfredo Zitarrosa el gran cantautor y poeta uruguayo. Desalojado de su sede de Villa Urquiza donde realizaban talleres, espectáculos y vivía la familia Zitarrosa. Av.Constituyentes 5700, Villa Urquiza.

12- La Huerta Orgazmika y CC La Sala: La huerta que funcionaba desde hace varios años en terrenos linderos a las vías del FFCC Sarmiento, estación Caballito, fue violenta y completamente arrasada con topadoras en horas de la madrugada. Al día siguiente, las organizaciones sociales y culturales fueron al CGP para protestar contra la destrucción terminaron siendo perseguidas por la policía que ingresó al CC La Sala para golpearlos, detenerlos y romper las instalaciones.

13- Grupo de Cine libre de Parque Rivadavia: El gobierno de la ciudad mediante la UCEP (Unidad de Control de los Espacios Públicos) y la policía intenta impedir que continúen las actividades culturales gratuitas que el colectivo de cine y otros artista callejeros desarrollan en el Parque.
Contactos galopeacontramano@gmail.com

14- Complejo Teatral Buenos Aires: (Incluye Teatro San Martín, Alvear, De la Ribera, Reggio y Sarmiento). Artistas y técnicos de las obras teatrales están trabajando sin contrato y sin cobrar.

15- Centros Culturales Barriales del Gobierno de la Ciudad: Los talleristas llevan varios meses sin cobrar.

16- Teatro Colón:por causa de la paralización de obras que lo mantienen cerrado desde hace varios años, corren riesgo los puestos de trabajo de los cuerpos artísticos y técnicos. Además la orquesta académica no esta funcionando debido a la actual administración del Teatro Colón

17- Escuela de Artes Manuel Belgrano: Los alumnos resisten su vaciamiento.


* Basta de desalojos en la Ciudad de Buenos Aires*
* Basta de operativos nocturnos e irregulares*
* Basta de detenciones y de criminalización de la protesta social
* Por el derecho al espacio público*
* Por el derecho a los espacios culturales*
* Por el derecho a la vida en la ciudad*

martes, 1 de septiembre de 2009

Mujer que dice chau

Me llevo un paquete vacìo y arrugado de cigarrillos Republicana y una revista vieja que dejaste aquì. Me llevo los dos boletos últimos del ferrocarril. Me llevo una servilleta de papel con una cara mía que habías dibujado, de mi boca sale un globito con palabras, las palabras dicen cosas còmicas. También me llevo una hoja de acacia recogida en la calle, la otra noche, cuando caminábamos separados por la gente. Y otra hoja, petrificada, blanca, que tiene un agujerito como una ventana, y la ventana estaba velada por el agua y yo soplé y te ví y ése fue el día en que empezó la suerte.


Me llevo el gusto del vino en la boca. (Por todas las cosas buenas, decíamos, todas las cosas cada vez mejores, que nos van a pasar).


No me llevo ni una sola gota de veneno. Me llevo los besos cuando te ibas (no estaba nunca dormida, nunca). Y un asombro por todo esto que ninguna carta, ninguna explicación, pueden decir a nadie lo que ha sido.


Eduardo Galeano
(De "Vagamundo", 1973)

Es lindo leerlo, pero más bonito aún es escucharlo a él. Lo pueden hacer acá