sábado, 25 de septiembre de 2010

Revés al panza tu viendo estás vos!

soʌ sɐʇsǝ ɐʇlǝnʌ opɐp oɥɔǝɹǝp lɐ ʎoʇsǝ oY

domingo, 12 de septiembre de 2010

Un día después (después de vos) crucé los dedos...

Debo y quiero confesar que me seduce mucho más un comentario inteligente que un escote abultado.

lunes, 6 de septiembre de 2010

El señor de los venenos

Comparada con el resto de las plantas mágicas, la marihuana es una gripe. Su veneno no es demasiado tóxico, y por tanto sólo actúa en condición de remedio piadoso. Existe otro problema con la marihuana: se ha convertido en una droga de diseño. Ya no son esas plantaciones salvajes que contienen la ponzoña de una serpiente de cascabel creciendo en los morros de Bahía, en Brasil, o de la sísmica yerba paraguaya. La marihuana comenzó a plantarse en cualquier sitio y por cualquier idiota estudiante de botánica. En las macetas de un departamento en San Isidro, en un jardincito en La Plata, en los fondos de la casa de la tía Adela. Estas marihuanas, efectivas pero domesticadas, han perdido la furiosa embestida con que las dotaba la tierra primitiva y la mano inequívoca del traficante. Nada que crezca en el jardín de la vida tendrá la efectividad de todo aquello que se desarrolla bárbaro y viril en la salvaje calle.
Así será todo: niños y plantas, colores y artistas, peleadores y perros. Todo lo que crece en el jardín desarrolla el tramado de los virus, la vida le ha sido expropiada y reemplazada por un plan, por un Ansia Cobarde. Actualmente nadie consume marihuana, fuman fotocopias. La cannabis sativa dejó de ser el maravilloso escalón que te transportaba inmediatamente hacia plantas más poderosas; se fue transformando a lo largo de los años en el mantel coqueto en que psicólogos y rastafaris, amas de casa y toda clase de gente adaptada sirve su porción de misterio para después contar con orgullo: "Nos fumamos un porrito".
Por otra parte, la marihuana ha comenzado a tener un notable índice de adicción. Lamentablemente, es una planta que se parece cada vez más a las pildoritas psiquiátricas con la que los médicos y psiquiatrones amansan la fiera dolida que se despierta en muchos de sus pacientes. El mejor argumento para defenestrarla lo ha aportado la casta médica de cierto estado del gran país del Norte: ¡muchos médicos recomiendan la marihuana como remedio para casi todos los males! Se trata del suicidio de una planta mágica. El té de los chinos es una clara demostración: de aquella poderosa fiera alucinógena ha quedado ese gatito ensobrado que tomamos cuando nos duele la panza.

Enrique Symns
(De "El señor de los venenos")