jueves, 3 de abril de 2014

El gato loco

Lo he calumniado. Le he llamado el gato loco; he dicho que necesitaba un psiquiatra. Me he burlado de él torpemente.

En cuanto empieza a oscurecer, mientras la gata se acomoda en los sillones de la sala, el gato bizco comienza su ronda nocturna: da doce o quince vueltas alrededor, dentro de mi cuarto, pegado a las paredes, debajo de la cama, detrás del buró, con un itinerario fijo e insistente; luego sale al patio y se pasa toda la noche, pero toda la noche, dando vueltas y vueltas, maullando lastimeramente, a un ritmo preciso, como buscando algo, alguien, tenazmente. El paso es veloz, su actitud alerta, inquisitiva. A las siete de la mañana, más o menos, se viene a dormir. 

Y así todos los días.

Me preguntaba si se sentía prisionero, angustiado o qué. Hoy me he dado cuenta que es sólo un oficio: él patrulla la casa contra fantasmas, malas vibraciones y extraterrestres.

De aquí en adelante lo llamaré el patrullero de la noche, el vigilante del amanecer.


Jaime Sabines. Poemas sueltos.


martes, 28 de enero de 2014

Mientras tanto el hombre se convierte en U

Antojábasele que toda existencia se asentaba en la dualidad, en los contrastes; se era mujer u hombre, vagabundo o burgués, razonable o emotivo; en ninguna parte era posible, a la vez, inspirar y espirar, ser hombre y mujer, gozar de libertad y de orden, guiarse por el instinto y por el espíritu, siempre había que pagar lo uno con la pérdida de lo otro y siempre era tan importante y apetecible lo uno como lo otro.


Hermann Hesse (Narciso y Goldmundo, cap XVI)