sábado, 28 de mayo de 2011

Odio a los indiferentes

Gracias a Paula (Tina) Mente, por presentarme este texto.


Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?

Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.

Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes.

Antonio Gramsci

viernes, 13 de mayo de 2011

30

Bueno, el año pasado les dije ésto, y en el 2009 se enteraron al leer ésto.

No aprendí mucho hasta ahora, pero me gusta escuchar, así que les propongo que escuchemos juntos.




El tiempo me enseño que con los años

se aprende menos de lo que se ignora

el tiempo que es un viejo traicionero

te enseña cuando ya llego la hora

El tiempo me enseño como se pudo

en la universidad arrabalera

con la verdad prendida en una esquina

igual que un farolito en la vereda


El tiempo me enseño que los amigos

se cuentan con los dedos de una mano

por eso debe ser que no los cuento

para pensar que tengo mil hermanos

el tiempo me enseño que los traidores

se sientan en la mesa a tu costado

y el hombre que te da la puñalada

comparte el pan con esas mismas manos


Porque no tengo nada que me sobre

por eso es que yo digo que soy rico

porque prefiero ser un tipo pobre

a ser alguna vez un pobre tipo


El tiempo me enseño que las banderas

son palos con girones que flamean

y el mapa es un papel que se reparten

los reyes mientras los hombres pelean

El tiempo me enseño que la miseria

es culpa de los hombres miserables

que la justicia tarda y nunca llega

pero es la pesadilla del culpable

El tiempo me enseño que la memoria

no es menos poderosa que el olvido

es solo que el poder de la victoria

se encarga de olvidar a los vencidos


El tiempo me enseño que los valientes

escribiran la historia con su sangre

pero la historia escrita de los libros

se escribe con la pluma del cobarde

el tiempo me enseño que desconfiara

de lo que el tiempo mismo me ha enseñado

por eso a veces tengo la esperanza

que el tiempo pueda estar equivocado


.

lunes, 9 de mayo de 2011

Alegría compartida

La mujer que escribió un post tan dulce como éste, otro tan delirante como éste y otro tan... lo que sea como éste, hoy celebra un nuevo aniversario de su natalicio.

Así que gracias por las risas compartidas, por los abrazos, por ser tan buena anfitriona y por los canelones.

Ah, y FELIZ CUMPLE KIÚ!