jueves, 20 de mayo de 2010

¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad?

¿Qué juramos, el 25 de mayo de 1810, arrodillados en el piso de ladrillos del Cabildo? ¿Qué juramos, arrodillados en el piso de ladrillos de la sala capitular del Cabildo, las cabezas gachas, la mano de uno sobre el hombro de otro? ¿Qué juré yo, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la mano en el hombro de Saavedra, y la mano de Saavedra sobre los Evangelios sobre un sitial cubierto por un mantel blanco y espeso? ¿Qué juré yo, en ese día oscuro y ventoso, de rodillas en la sala capitular del Cabildo, la chaqueta abrochada y la cabeza gacha, y bajo la cabeza abrochada, dos pistolas cargadas? ¿qué juré yo, de rodillas sobre los ladrillos del piso de la sala capitular del Cabildo, a la luz de los velones y candiles, la mano sobre el hombro de Saavedra, la chaqueta abrochada, las pistolas cargadas bajo la chaqueta abrochada, la mano de Belgrano sobre mi hombro?

¿Qué juramos Saavedra, Belgrano, yo, Paso y Moreno, Moreno, allá, el último de la fila viboreante de hombres arrodillados en el piso de ladrillos de la sala capitular del Cabildo, la mano de Moreno, pequeña, pálida, de niño, sobre el hombro de Paso, la cara lunar, blanca, fosforescente, caída sobre el pecho, las pístolas cargadas en los bolsillos de su chaqueta, inmóvil como un ídolo, lejos de la luz de los velones y candiles, lejos del crucifijo y los Santos Evangelios que reposaban sobre el sitial guarnecido por un mantel blanco y espeso? ¿Qué juró Moreno, allí, el último en la fila viboreante de hombres arrodillados, Moreno, que estuvo, frío e indomable, detrás de French y Beruti, y los llevó, insomnes, con su voz suave, apenas un silbido filoso y continuo, a un mundo de sueño, y French y Beruti, que ya no descenderían de ese mundo de sueño, armaron a los que, apostados frente al Cabildo, esperaron, como nosotros, los arrodillados, el contragolpe monárquico para aplastarlo o morir en el entrevero?

¿Qué juramos allí, en el Cabildo, de rodillas, ese día oscuro y otoñal de mayo? ¿Qué juró Saavedra? ¿Qué Belgrano, mi primo? ¿Y qué el doctor Moreno, que me dijo rezo a Dios para que a usted, Castelli, y a mí, la muerte nos sorprendá jóvenes?

¿Juré, yo, morir joven? ¿Y a quién juré morir joven? ¿Y por qué?

Andrés Rivera
(De "La revolución es un sueño eterno, 1987)

6 comentarios:

Soledad Arrieta dijo...

Es un texto excelente, repleto de esa ironía que me encantaaa sobre temas tan rebuscados pero que tan simples no quieren vender. Y hoy, hoy estoy tan (pero TAN) harta de escuchar halagos vulgares sobre el bicentenario que este sarcasmo me llevó a lo que necesitaba.

Cariños, Pable!

Puck dijo...

Excelente post! Igual sigo pensando que nos vendría bárbaro un poco más de inocencia e idealismo

Paute dijo...

Yo juro (este sí es verdadero) que lo del bicentenario no me movió ni un pelo. NADA.

Martín dijo...

Me gustó lo que leí, y gracias por compartirlo.

Impresiones de una chica despistada dijo...

Adoro la ironia..me gusta mucho tu post..! che si t copa pasat por mi mundo-blog- q esta recien sacado dl horno.. salute!

Pable dijo...

Srta Sol: Me gusta que lo haya disfrutado y que le hay servido.
Srta Puck: Excelente comentario.
Srta Pau: Pensá que para el próximo no vas a estar, a menos que...
Sr UnSimpleBlog: Bienvenido.
Srta Magui: Bienvenida. Pasaré por allá, espero no quemarme.